Reflexiones.
26/09/2025 11:05 — LocalSi quieren ver una auténtica celebración, de esas que no se publican en Instagram ni necesitan un story para validarse, tienen que ir a la fiesta de los jubilados. Allí no hay 'DJ's' de moda ni cócteles exóticos. Hay juegos de cartas, un bailable con cumbia de las de antes y señoras con la misma energía que un reguetonero, pero sin la necesidad de un auto de lujo. Es un oasis de felicidad genuina en un mundo obsesionado con la pose.
Y de pronto, cuando la fiesta está en su mejor momento, llega el invitado especial. El político de turno. Con su sonrisa estudiada y su abrazo de fotógrafo, aparece por cinco minutos como si fuera un mesías enviado a salvar a la tercera edad. Se para en el escenario, les dice que son 'el motor de la nación' y que 'su futuro es nuestra prioridad', mientras el público, que ha escuchado esa misma frase por 30 años, lo mira con esa mezcla de resignación y ternura que solo da la experiencia. Luego, por supuesto, se saca la selfie de rigor y se va, justo a tiempo para no tener que bailar un 'pasito' o escuchar un chiste de verdad.
Porque para el político, el jubilado no es una persona; es un número. Un voto. Una casilla en la encuesta de popularidad. Y ese día, el Día del Jubilado, es la oportunidad perfecta para recolectar esos votos con promesas que se evaporan al día siguiente. No le importa escuchar la historia de ese jubilado, donde trabajo, lo nietos que tiene, de que cuadro es, no, eso no le interesa, el solo quiere salir bien en el video. Pero la fiesta sigue y ahí esta ese jubilado que solo quiere compartir con sus amigos, charla, chistes y el baile que les recuerda que la vida, a pesar de todo, sigue siendo una fiesta. Su fiesta, no la del político.
Así que, la próxima vez que vean a un político dándole un abrazo a un jubilado, no vean solo una foto. Vean el baile que viene después, las risas y la alegría que no necesitan promesas. Porque en esa fiesta, los únicos que se lucen son los que ya lo han vivido todo. Y de paso, demuestran que su vida es mucho más que un voto de canje.
Saludos a Ud., señor, señora que vive y disfruta de cada momento y que con su experiencia nos dice que la vida vale la pena ser vivida…