Por: Úrsula Rosa Quinto
09/09/2025 11:36 — LocalEn un mundo donde la justicia se idealiza como un faro de equidad, a menudo la realidad nos golpea con su cruda antítesis: la justicia injusta. Esta paradoja, no es un mero juego de palabras. Es la dolorosa manifestación de un sistema que, diseñado para proteger a todos, se desvía para favorecer a unos pocos.
Es la justicia que se aplica con un doble rasero, donde la verdad se subordina al poder, y la inocencia o culpabilidad se deciden más por la capacidad económica que por los hechos.
Cuando las reglas no son para todos
La injusticia no siempre se esconde en la oscuridad; a menudo se disfraza de legalidad. Se manifiesta en los laberintos burocráticos y los tecnicismos judiciales que solo son accesibles para quienes pueden permitirse navegarlos. Es la historia del ciudadano común que se enfrenta a una multa desproporcionada o una condena severa, mientras que las corporaciones y los poderosos evitan las consecuencias de sus acciones con acuerdos millonarios y sentencias simbólicas. La venda que cubre los ojos de la justicia parece, en ocasiones, ser selectiva, permitiendo que la balanza se incline peligrosamente a favor del privilegio.
La erosión del tejido social
Este tipo de justicia, que genera desconfianza y resentimiento, socava los cimientos de nuestra sociedad. Cuando la gente pierde la fe en las instituciones que deben protegerla, el orden se desvanece y el resentimiento se arraiga. La justicia injusta no solo castiga de manera desigual, sino que también perpetúa ciclos de desigualdad, haciendo que la movilidad social sea una ilusión y que los más vulnerables sigan atrapados en un sistema que no está diseñado para ellos.
Un llamado a la verdadera equidad
La editorial nos obliga a enfrentar esta incómoda verdad. Nos desafía a no quedarnos callados ante las inequidades y a demandar un sistema que sea verdaderamente justo. La verdadera justicia no solo reside en la aplicación de las leyes, sino en la moralidad de su espíritu. Es un compromiso con la dignidad humana, la transparencia y la rendición de cuentas. En última instancia, la lucha contra la justicia injusta es la lucha por una sociedad donde cada individuo, sin importar su origen o riqueza, tenga la misma oportunidad de ser escuchado y tratado con equidad.