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El Fondo Monetario Internacional (FMI) redujo sus proyecciones de crecimiento para la Argentina en su informe de Perspectivas de la Economía Mundial (WEO) de octubre de 2025. Según el documento, el Producto Bruto Interno (PBI) del país crecerá 4,5% en 2025 —un punto menos que lo estimado en abril y julio—, mientras que para 2026 la expectativa también bajó de 4,5% a 4,0%.
Las cifras marcan un cambio de tono respecto del optimismo que el organismo había mostrado a mediados de año, cuando destacaba señales de estabilización tras la sequía y las primeras medidas de ordenamiento macroeconómico. Ahora, el FMI proyecta un escenario de recuperación más moderada, con inflación persistente y un déficit en la cuenta corriente.
Inflación y desequilibrio externo
El informe ajustó al alza las previsiones de inflación: el FMI espera que los precios al consumidor aumenten 41,3% en 2025 y 16,4% en 2026, frente al 35,9% y 14,5% previstos en abril. El organismo atribuye la corrección a la inercia inflacionaria y a la sensibilidad del mercado cambiario, y advierte que la desinflación dependerá de la consistencia entre las políticas fiscal y monetaria.
En materia externa, el Fondo proyecta un déficit en cuenta corriente equivalente al 1,2% del PBI en 2025 y al 0,4% en 2026, en lugar del leve superávit estimado previamente. El informe señala que el desequilibrio responde al aumento de las importaciones de bienes de capital y servicios, y a un ritmo de exportaciones menor al esperado, pese al buen desempeño de los sectores agrícola y minero.
Mercado laboral y consumo
El panorama laboral también muestra un deterioro. El FMI prevé que la tasa de desempleo se ubique en 7,5% en 2025 y en 6,6% en 2026, por encima de las proyecciones anteriores (6,3% y 6,0%).
Según el organismo, la mejora del empleo formal y del poder adquisitivo dependerá de la recuperación del crédito y la estabilidad de precios, ya que los salarios reales aún se mantienen por debajo de los niveles prepandemia.
Factores internos y externos
El documento explica que el recorte en las previsiones responde a una combinación de factores: la desaceleración global, condiciones financieras internacionales más estrictas y la política de consolidación fiscal que modera el impulso del consumo interno.
El Fondo advierte que, si bien la inversión en energía, infraestructura y minería sostendrá parte del crecimiento, la estabilidad macroeconómica del país continuará dependiendo de la credibilidad de las políticas y de la evolución de la inflación.
Contexto regional
En el plano sudamericano, la Argentina se mantiene entre las economías con mayor crecimiento proyectado para 2025, aunque también figura entre las de mayor inflación. El FMI prevé para la región una expansión promedio cercana al 2%, marcada por la volatilidad de los precios internacionales y la necesidad de mantener marcos fiscales sostenibles.
Un panorama más cauteloso
El ajuste general del FMI refleja una visión más prudente sobre la economía argentina: menor crecimiento, inflación más alta, desequilibrio externo y mayor desempleo.
El organismo sostiene que la transición económica del país seguirá siendo compleja y sensible a los cambios de política, en un entorno global todavía incierto.
Coincidencia con el Banco Mundial
En la misma línea, el Banco Mundial también redujo su proyección de crecimiento para la Argentina en su informe de octubre, coincidiendo con la lectura de una recuperación más débil que la prevista a comienzos del año.
Ambas instituciones destacan que las tasas de interés internacionales elevadas y el menor dinamismo comercial global afectan a toda la región, pero particularmente a las economías con desequilibrios estructurales.
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