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La tensión interna del peronismo volvió a estallar. Seis gobernadores de Fuerza Patria —Kicillof, Ziliotto, Quintela, Insfrán, Zamora y Melella— se reunieron para analizar el Presupuesto 2026 y el rumbo parlamentario del espacio en medio de una crisis financiera que golpea a casi todas las provincias. Reclaman deudas por obras, fondos no automáticos y aportes previsionales, mientras temen no poder afrontar el pago de aguinaldos si no hay asistencia nacional.
La caída de la coparticipación no automática —en promedio un 80%— y el freno económico profundizaron el malestar. Varios mandatarios ya anticiparon que su apoyo al Presupuesto dependerá de obtener recursos para evitar tensiones salariales y desbordes políticos en diciembre.
En Balcarce 50 distinguen entre los gobernadores cerrados al diálogo —Kicillof, Insfrán, Quintela y Melella— y los ubicados en un punto intermedio, como Ziliotto y Zamora, con quienes el Gobierno mantiene conversaciones para encaminar acuerdos legislativos.
Mientras tanto, la unidad parlamentaria de Fuerza Patria se debilita. Tras la salida de Javier Noguera y el corrimiento del puntano Jorge “Gato” Fernández, ahora son los cuatro diputados catamarqueños de Raúl Jalil quienes evalúan romper con el bloque. El gobernador mantiene tres opciones abiertas: armar su propio bloque, integrarse a un interbloque peronista más equilibrado o alinearse con los gobernadores dialoguistas de Salta, Misiones, Tucumán y Neuquén.
En paralelo, Jalil negocia con la Casa Rosada la presidencia de YMAD, la empresa minera interestatal que el Gobierno intentó privatizar en la Ley Bases. Su estrategia se distancia del resto del PJ duro: busca autonomía, acuerdos y resultados concretos para su provincia.
El santiagueño Zamora evalúa un camino similar en el Senado, donde podría constituir un bloque propio y luego un interbloque, para ganar margen frente a la conducción kirchnerista. En Diputados, por ahora, mantendría formalmente la unidad.
Aunque los gobernadores aseguran querer preservar el bloque común, reconocen que la “unidad con fisuras” será la nueva normalidad desde diciembre. La resistencia homogénea al Gobierno ya no convence. La mayoría busca un equilibrio: dejar atrás el “no a todo”, sostener identidad opositora, pero con capacidad real de negociación en un contexto donde Milei concentra la agenda y las provincias necesitan oxígeno financiero urgente.
El peronismo entra así en un reordenamiento profundo. Gobernadores con poder territorial, recursos en caída y votantes fatigados empujan a un rediseño político que los aleja de la rigidez kirchnerista y los acerca, por pragmatismo, a una relación más directa con la Casa Rosada.
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